25 de agosto de 2009

Naturaleza de la mente

"La verdadera aventura del conocimiento no consiste en descubrir nuevos paisajes, sino en poseer nuevos ojos"
Proust

Nuestra mente tiene 2 posiciones: mirar hacia fuera y mirar hacia dentro.
Miremos por un momento hacia dentro.
La diferencia que este ligero cambio de orientación puede conllevar es tremenda, e incluso podría corregir los desastres que amenazan al mundo. Cuando un número mucho mayor de personas conozca la naturaleza de su mente, conocerán también la gloriosa naturaleza del mundo en que se hallan y se esforzarán intensa y valerosamente en protegerlo. Es interesante observar que “budista”, en tibetano, se dice nangpa. Esta palabra significa “persona interior”: es decir una persona que no busca la verdad fuera, sino dentro de la naturaleza de la mente. Todas las enseñanzas y prácticas del budismo se dirigen a este único punto: a contemplar la naturaleza de la mente, y de este modo liberarnos del miedo a la muerte y ayudarnos a conocer la verdad de la vida.
Mirar hacia dentro nos exigirá una gran sutileza y un gran valor: nada menos que un cambio completo de nuestra actitud ante la vida y la muerte. Estamos tan habituados a mirar hacia fuera que hemos perdido casi por completo el acceso a nuestro ser interior. Nos asusta mirar hacia dentro, porque nuestra cultura no nos ha dado ninguna idea de lo que vamos a encontrar. Incluso podemos pensar que si lo hacemos nos exponemos a la locura. Esta es una de las última y más logradas trampas de nuestro ego para impedir que descubramos nuestra auténtica naturaleza.
Así pues, hacemos nuestra vida tan agitada que eliminamos hasta el menor riesgo de mirar hacia nosotros mismos. Incluso la idea de meditar puede asustar. Al oír las expresiones “ausencia de ego” o “vacuidad”, se creen que experimentar tales estados ha de ser algo así como ser arrojado por la escotilla de una nave espacial para flotar eternamente en un vacío oscuro y helado. Nada podría estar más lejos de la verdad. Pero en un mundo dedicado a la distracción, el silencio y la quietud nos aterrorizan, y nos protegemos de ellos por medio del ruido y las ocupaciones frenéticas. Contemplar la naturaleza de nuestra mente es lo último que nos atreveríamos a hacer.
Algunas veces pienso que no queremos plantearnos realmente ninguna pregunta acerca de quiénes somos, por miedo a descubrir que existe otra realidad distinta a ésta. ¿Cómo quedaría lo que hemos vivido hasta ahora a la luz de este descubrimiento? ¿Cómo reaccionarían nuestros amigos y colegas ante lo que ahora sabemos?¿Qué haríamos con este nuevo conocimiento? A veces, aunque la puerta de la celda esté abierta de par en par, el preso no quiere escapar.

"EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE"
Lama Sogyal Rimpoché

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